viernes, enero 16, 2009

Confesiones Asesinas I


La vio recostada sobre la cama matrimonial, la había visto muchas veces así, en ese estado de casi dormida, en que no sabes si una simple hormiga la pueda despertar, o si nunca sabrá que le dijiste algo importante.
Dirigió luego la mirada al piso, un par de calcetines para el lavado, un par de chancletas de levantarse, alguna que otra pelusa y un espejo. Alguien puede explicarse porqué había un espejo bajo su cama, bajo aquella cama matrimonial que hace más de quince años no era usada por matrimonio alguno.
En ese momento se dio cuenta, y al ver aquel espejo sin razón se dijo: “debo matar a alguien”, fue la primera vez que lo pensó como una posibilidad real y palpable.
No era obviamente la primera vez que pensaba en la muerte, pero sí era la primera vez que lo pensaba tan cerca de si. Tan tangible que hubiera podido asesinar en ese mismo instante. Su único inconveniente era que no tenía a mano alguien realmente asesinable. Aquella mujer en la cama, vulnerable y despreocupada no era mala idea, pero ella no cumplía con sus requisitos, la verdad es que ella ya estaba muerta, comía, trabajaba y dormía como todo el mundo, sin embargo, y quizá por eso mismo, para él ya casi no existía.
Él necesitaba alguien que significara algo mayor, ella definitivamente no era su objetivo.
By: Lina en Ciel

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